No es secreto que el perro tiene unos 20.000 a 40.000 acompañándonos en nuestras familias y que es descendiente directo del Lobo (Canis Lupus).
Desde entonces hemos evolucionado en conjunto, la protección de otros depredadores pudo haber desarrollado un papel importante en la relación lobo-hombre, se beneficiaron de la coexistencia, los lobos aprovecharon los restos de comida que dejaban los humanos cerca de sus asentamientos y los humanos se beneficiaron por la protección y defensa frente a otros animales.
Muy rápidamente el lobo/perro formó parte de nuestro grupo social, y encontramos que era un buen compañero para tareas como la caza.
Asimismo el humano encontró que al cruzar dos perros con determinadas características, la descendencia era más apta para lo que el humano necesitaba en su momento, de esa forma se empezó a diversificar los trabajos y consigo, las características físicas de cada raza.
Desarrollamos así perros que halaban trineos, guiaban rebaños, cazaban animales grandes o pequeños y protegían terrenos. Hoy día la mayoría de los perros son animales de compañía, salvo algunos perros de trabajo que encontramos en la detección de sustancias orgánicas e inorgánicas, rescatando personas, ayudando a discapacitados y ayudando en la mejora emocional de algunas personas.
He aquí el problema principal, la mayoría de los perros arrastra una genética de trabajo, que se asocia con cierto nivel de energía, sin embargo, como perros de compañía hoy día no tenemos Border Collies pastoreando o Schnauzer persiguiendo alimañas, por lo que uno de los problemas fundamentales que tenemos como tutores de perros es poder brindarle la adecuada cantidad de ejercicio físico y cognitivo.
El segundo problema con el que nos topamos, es la mala humanización del perro, le solemos atribuir características humanas a una especie que no es humana, esto genera un desbalance en la interacción que los hace más propenso a problemas de comportamiento. El problema no es quererlos como hijos, celebrarles los cumpleaños o que duerman con nosotros!, todo eso está bien. El problema es ignorar sus necesidades específicas como perro.
Sabemos forma parte de nuestra familia, pero con el entendimiento adecuado del perro como especie a diferencia del humano se logra una convivencia sana y enriquecedora. Entendamos desde ya que lo que perro haga o deje de hacer depende en grandísima medida en lo que nosotros como tutores hagamos. ¡Allí está el foco del trabajo en educación canina!